¿Quién debe poner los límites a la investigación?

Los propios investigadores ponen los límites a los que pueden o deben hacer. Pero, ante la pregunta: ¿la ética debería o no poner límites a los avances científicos?, la diferencia entre el sí y el no, es poca, aunque gana el “no debería poner límites”. Aquí conviene hacer una distinción. La ciencia no puede limitarse porque la curiosidad humana es ilimitada. Si hay una puerta cerrada, alguien intentará abrirla y si hay una montaña alguien intentará explorar lo que hay detrás. La ética no debe impedir que los conocimientos científicos avancen, porque todo conocimiento, en principio, es una ayuda para el desarrollo humano. Otra cosa son las aplicaciones técnicas de esos conocimientos. En este sentido sí que debe haber unos límites, que responden a principios acordes con la dignidad humana: no se puede aceptar, por ejemplo, que haya experimentos con seres humanos. Por ejemplo, en el tema tan debatido como la clonación, el límite debe estar en la clonación reproductiva. No se debe hacer clonación reproductiva si no hay nada que pueda beneficiar a la sociedad desde el punto de vista de la medicina regenerativa.
De todas formas está claro que si hay aplicaciones que nuestra sociedad no quiere que se hagan, la investigación sobre ellas se encontrará con limitaciones.

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